Hay ideas que perduran, porque tienen el potencial de revelar conceptos asombrosos, mientras que otras no sobreviven al rigor científico.
En el siglo IV a.C., Aristóteles consideraba al cerebro como un órgano secundario que servía como para refrescar la sangre que el corazón usaba para sus funciones mentales. Pero también era un lugar en el que el espíritu circulaba libremente, y en el que estaba el sensus communis (el origen de nuestro término mucho más metafórico, «sentido común»).
Siglos de investigación más tarde, el médico romano Galeno (c.130-c.210 d.C.) llegó a la conclusión de que lo mental se producía activamente en el cerebro y no en el corazón, como había sugerido Aristóteles.
El sensus communis, sin embargo, sobrevivió. En el siglo XVI, cuando Leonardo da Vinci estaba dibujando y estudiando el cerebro, uno de sus objetivos era encontrar su ubicación; filósofos como Tomas de Aquino, Locke y Kant lo exploraron; la psicología, lo acogió, y cientificos siguieron tanteando el concepto de ese sexto sentido que refina la información de lo que perciben por cinco sentidos hasta nuestros días.
Pero hay otras nociones que, a pesar de que la ciencia ya haya determinado que son erradas, permanecen tercamente resonando, no gracias a la evidencia sino a la repetición y la creencia.
El cerebro, esa «obra maestra de la creación» como dijo en 1669 el científico danés Nicolaus Steno, es uno de esos campos minados de esos conocimientos falsos e imprecisiones.
Como no estamos libres de haber absorbido algunos de ellos, consultamos a la renombrada neurocientífica Lisa Feldman Barrett, autora de «Siete lecciones y media sobre el cerebro», en el que desmitifica «esa gran mancha gris que tenemos entre los oídos».
Le preguntamos si es cierto, por ejemplo, aquello de que nacemos con un número determinado de neuronas, que son las que siempre vamos a tener, pues no se reproducen como las otras células del cuerpo.
½. Neuronas limitadas
Esto es casi cierto.
«Los humanos hemos perdido la capacidad de regenerar neuronas… excepto en un par de lugares en el cerebro», señala la neurocientífica.
Y no sólo nosotros.
«Los animales longevos tienden a perder esa capacidad pues cuando nuevas neuronas reemplazan a las viejas, se pierden memorias.
«No es que cada neurona guarde una memoria, sino un conjunto que se comunica, pero si una falta se pierde esa relación molecular y parte de lo aprendido».
Lo curioso es que otros animales constantemente regeneran neuronas a lo largo de su vida útil.
«Las aves son muy interesantes pues hay partes de su cerebro en las que las neuronas se regeneran cada año para aprender nuevos cantos para atraer parejas. De hecho, así fue como se descubrió la plasticidad.
«En la Universidad Rockefeller, notaron que el tamaño de los núcleos del canto -los núcleos en sus cerebros que se encargan de controlar su respiración y su aparato vocal y sus cuerpos para que puedan cantar- se expandían y reducían cada año, y descubrieron que estaban creando nuevas neuronas en esa época del año.
«Pensaron que la creación de neuronas sólo ocurría en las aves, pero no en los mamíferos; pero resulta que no sólo ocurre en los mamíferos, sino también en los primates y hasta en los humanos, aunque sólo en partes específicas del cerebro como el hipocampo, por ejemplo».
En cualquier caso,se dice que apenas usamos unas pocas neuronas de esas que tenemos… ¿cierto?
1. Neuronas desperdiciadas
«La idea de que solo usamos como 5 o 10% de nuestras neuronas simplemente no es cierta.
«Entre otras cosas, sería metabólicamente ineficiente. Tu cerebro es tu órgano más caro: gasta alrededor del 20% de tu presupuesto metabólico todos los días. ¡Imagínate desperdiciar el 90% de su capacidad! Es absurdo y no es el caso.
«Usamos el cerebro todo el tiempo y no una neurona sino millones y millones en todos y cada uno de los momentos».
Claro, almacenando todo lo que nuestros sentidos perciben, ¿no?
2. Tus ojos ven, tus oídos escuchan, tu piel siente
No exactamente.
Todas nuestras sensaciones son interpretaciones del cerebro.
«Necesitas algún tipo de superficie sensorial, algún tipo de receptor, para llevar información al cerebro», como los oídos, la piel, la nariz, los ojos.
Pero esas señales -ondas de luz, de sonido- que recogen no tienen sentido hasta que el cerebro las procesa.
«Por eso hay afecciones como la ceguera cortical, en la que los ojos funcionan bien, pero hay un daño en las partes del cerebro importantes para crear la visión».
No ves con tus ojos, ni escuchas con tus oídos, ni sientes con tu piel: lo haces con tu cerebro, que combina lo que hay en tu cabeza y los datos sensoriales detectados por tus órganos.
No sólo eso…
3. Tus emociones están en tu corazón
Cuando te invade la emoción, «cuando sientes tus latidos del corazón, no los sientes en el pecho, sino en la cabeza».
«Es difícil de comprender pero no sientes nada en tu cuerpo, todo lo que sientes está en tu cerebro».
El dolor, la alegría… todo, porque el cerebro es el que escribe la historia, es el narrador.
Y alberga las pasiones en las profundidades de su parte más antigua…
4. Tienes una bestia interior
Pues… no es tan así.
Es cierto que hay un modelo conocido como el «cerebro triúnico», que consiste en el complejo reptiliano, el sistema límbico y el neocórtex, con el primero controlando el comportamiento y el pensamiento instintivo para sobrevivir, el segundo encargado de regular las emociones, la memoria y las relaciones sociales, y el tercero, responsable de las funciones más sofisticadas.
«Durante años, los científicos pensaron que la parte reptil envuelta en el circuito límbico era el hogar de nuestra bestia interior, la parte más reactiva de tu ser que tenía que ser controlada por la razón.
«La idea es que tu cerebro es un campo de batalla entre su bestia interior y su ser racional superior. Cuando la racionalidad gana, eres moral y virtuoso y saludable pero cuando tu bestia interior gana, eres inmoral, porque no te esforzaste lo suficiente o estás enfermo, porque la racionalidad no pudo controlar a tu bestia interna.
«Toda esa narrativa es un mito completo.
«Pero lo que es realmente interesante es que las regiones del cerebro que han sido tachadas como tu bestia interior en realidad son las que controlan tu cuerpo -tus pulmones, tu corazón, tu sistema inmunológico, tu metabolismo… todo tu cuerpo físico- y algunas de ellas están en el centro de la memoria, la toma de decisiones, la racionalidad y la percepción.
«Esas regiones están prácticamente involucradas en todo lo que hace tu cerebro».
¿O sea que están involucradas en la función principal del cerebro, razonar?
5. El cerebro es para pensar
Si te preguntas para qué es importante el cerebro, quizás respondas «pensar» o «sentir» o «la habilidad de percibir el mundo».
«En realidad, la tarea más importante de tu cerebro es mantenerte vivo. Piensa, siente y percibe con el fin de controlar los sistemas internos de tu cuerpo para que sobrevivas, te mantengas saludable y, eventualmente, procrees -desde el punto de vista evolutivo-, y/o prosperes -desde el individual-«.
Lo curioso es que, para hacerlo…
6. Tu cerebro reacciona
Una de las cosas que más sorprendió a Lisa Feldman Barrett fue aprender que el cerebro funciona a través de la predicción.
«No lo podía creer pues no me la paso haciendo predicciones y luego reaccionando sino experimentando algo y reaccionando en ese instante.
«Pero lo cierto es que no reaccionas a las cosas en el mundo.
«Tu cerebro está ejecutando un modelo interno que ha aprendido, contingencias de las señales sensoriales a las que ha estado expuesto a lo largo de su vida, y está constantemente adivinando lo que va a suceder.
«Lo hace automáticamente, disparando señales de sus propias neuronas para anticipar los datos de los sentidos de sus servicios sensoriales. Luego, cuando llegan los datos, hace comparaciones.
«No es que nunca te encuentres con cosas novedosas pero no andas por ahí sorprendiéndote toda tu vida.
«Cuando hay una sorpresa, lo que ha sucedido es que tu cerebro ha hecho un intento de predecir, como siempre, pero las señales no son las predichas, y esa es una oportunidad para aprender algo nuevo».
Y, finalmente…
7. Tu cerebro trabaja solo
Resulta que tu cerebro trabaja en secreto con los de otros.
Tu familia, amigos, vecinos e incluso extraños contribuyen a la estructura y función de tu cerebro y le ayudan a mantener tu cuerpo funcionando.
Experimentos han demostrado que los cambios en el cuerpo de una persona a menudo provocan cambios en otra, ya sea que los dos estén involucrados románticamente, solo amigos o extraños que se conocen por primera vez.
Cuando estás con alguien que te importa, tu respiración se sincroniza, así como el latido de tu corazón. Este tipo de conexión física ocurre entre los bebés y sus cuidadores, entre los terapeutas y sus clientes y entre las personas que toman una clase de yoga o cantan juntas en un coro.
Si, por el contrario, las personas no simpatizan, sus cerebros son como parejas de baile que no dejan de pisarse los pies.