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Consternación, decepción y también enfado por la propia ‘ingenuidad’. La invasión rusa en Ucrania ha sacudido los cimientos de la política exterior de Alemania hasta el punto de que es posible que esté cambiando, para siempre, algunas de sus coordenadas más claras. La guerra iniciada por Vladimir Putin es también un fracaso de la diplomacia germana, que apostó hasta última hora por la buena voluntad del Kremlin. Y un fiasco a mayor escala para la tradicional política de apaciguamiento de Berlín, hasta ahora siempre preocupada por atender y respetar las sensibilidades de Moscú. Los golpes de realidad han echado por la borda viejas convicciones políticas forjadas en la Alemania de la posguerra. La gran potencia europea, tumbada en el diván geopolítico.

Este el cambio de paradigma se empezaba intuir en las primeras palabras públicas del canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, a mediodía del jueves. Tanto por su tono sombrío y resoluto, comopor todo aquello que no dijo.»Para esto no hay justificación. Esta es la guerra de Putin«, dijo Scholz en Berlín en una breve comparecencia de poco más de tres minutos en la que por primera vez no habló de diplomacia, sino de impulsar duras sanciones conjuntas contra Rusia.

Pacifismo, rusofilia y mucho gas: ¿por qué Alemania envía cascos y no fusiles a Ucrania?

Isaac Risco. Berlín

A la tradicional reticencia de Alemania por comprometerse demasiado en conflictos geopolíticos se suma la tendencia de los socialdemócratas a intentar ser comprensivos con las cuitas de Rusia»El objetivo de las sanciones es dejarle claro a la cúpula rusa que va a pagar un amargo precio por esta agresión. Va a quedar claro que Putin cometió un grave error con su guerra», agregó. La dureza de Scholz con su homólogo ruso dejaba atrás así la era de los intentos de apaciguamiento de su predecesora, Angela Merkel, en sus numerosas visitas al Kremlin entre 2005 y 2021,, y enterraba definitivamente la época del abierto compadreo del excanciller y compañero de partido Gerhard Schröder —quien ahora es uno de los miembros del consejo de dirección de la gigante paraestatal rusa Gazprom—.

Más cruda fue incluso la reacción de Annegret Kramp-Karrenbauer, exministra de Defensa de Merkel y exlíder de la conservadora CDU, el partido de gobierno por excelencia en la Alemania de la posguerra. «Estoy furiosa con nosotros mismos por nuestro fracaso histórico. Después de (los conflictos en) Georgia, Crimea y el Donbás, no preparamos nada que pudiese contener de verdad a Putin», escribió Kramp-Karrenbauer en Twitter. Sus palabras eran un ajuste de cuentas general con la política del ‘appeasement’, del apaciguamiento frente a Rusia.

Por harlem